Hace unas semanas les conté que el Nonno tenía un parral. Nunca pudimos saber si el vino tenía potencial o no; porque toda la familia venía y «picoteaba». Lo que sí tenía éxito, y si hoy viviera sería un hitazo, era el vinagre del abuelo.

Es que podemos tener vinagre de manzana, pero también vinagre de vino.

El vinagre es nada más ni nada menos que «vino agrio», «vino ácido», «vino picado».

El alcohol etílico del vino, frente a la presencia de determinadas bacterias, comienza un proceso de transformación en ácido acético que finaliza cuando la concentración de alcohol ya no es elevada. El oxígeno es fundamental en este cambio.

Parece raro, pero también se puede producir en toneles, independientemente de los reactores químicos que se utilicen para acelerar los procesos oxidantes del vino.

Los usos del vinagre son variados y van desde el sazonador natural de alimentos; hasta conservante, limpiaparabrisas, descalcificador, repelente y quitamanchas.

No les doy la receta del abuelo, por si en algún momento se me ocurre desarrollar un emprendimiento doméstico.