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17 de agosto: Homenaje al General San Martín

17 de agosto: Homenaje al General San Martín

Hoy es un nuevo aniversario del pase a la inmortalidad del Padre de la Patria, el General Don José de San Martín. Nuestro homenaje va con la célebre anécdota que relata Felipe Pigna en su libro: “Al gran pueblo argentino, salud”.

Ya en 1816, el general San Martín lo había podido demostrar con su gran sentido del humor y su vocación didáctica sobre el valor de lo americano. Mientras aceleraba la formación del ejército para iniciar sus campañas libertadoras, un día llamó a Manuel de Olazábal, entonces un muchacho de 16 años pero ya veterano de combate y teniente de Granaderos. El Libertador le tenía un gran aprecio y hacía poco lo había puesto al frente de su escolta. Según narraría Olazábal:

“En el momento en que entré, me preguntó:

–¿A que no adivina usted lo que estoy haciendo? Hoy tendré a la mesa a Mosquera, Arcos y a usted, y a los postres pediré estas botellas y usted verá lo que somos los americanos, que en todo damos preferencia al extranjero. A estas botellas de vino de Málaga, les he puesto ‘de Mendoza’, y a las de aquí, ‘de Málaga’.

Efectivamente, después de la comida, San Martín pidió los vinos diciendo:

–Vamos a ver si están ustedes conformes conmigo sobre la supremacía de mi Mendocino. Se sirvió primero el de Málaga con el rótulo ‘Mendoza’. Los convidados dijeron, a lo más, que era un rico vino pero que le faltaba fragancia. Enseguida, se llenaron nuevas copas con el del letrero ‘Málaga’, pero que era de Mendoza.

Al momento prorrumpieron los dos diciendo:

–¡Oh!, hay una inmensa diferencia, esto es exquisito, no hay punto de comparación…

El general soltó la risa y les lanzó:

–Caballeros, ustedes de vinos no entienden un diablo, y se dejan alucinar por rótulos extranjeros, y enseguida les contó la trampa que había hecho”.

A este hombre extraordinario Buenos Aires lo miró con recelo y hasta le cerró las puertas. “El poder” en Buenos Aires suele ser mezquino. Fue gracias a los mendocinos que pudo libertar tres naciones; y en lo personal, no me canso de agradecer por eso.

Esta mañana un amigo me recordó lo siguiente:

San Martin no conoció la popularidad, ni los homenajes, ni los reconocimientos. No participo de grandes ceremonias recordatorias de sus Victorias. No recibió premios materiales por sus logros y legados. Murió con austeridad, con la satisfacción del deber cumplido. Y nos dejó a los argentinos de bien el compromiso más grande, que es: poner la vida al servicio de La Patria.

Sólo decimos: «Presente mi General»

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