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Cepas

La paradoja del Merlot argentino

La paradoja del Merlot argentino

Días atrás el INV publicó un informe sobre la variedad Merlot, que en lo personal, me genera más interrogantes que respuestas.

Es una de mis cepas preferidas por la versatilidad. Considero que es el vino ideal para quien se quiere iniciar en el mundo del vino. Es suave y elegante, pero con todas las notas de las cepas complejas. Presenta un color atractivo, y hasta puede vinificarse blanco, lo cual lo hace único a la hora de hacer un salto en el consumo de variedades blancas a tintas. Para entender la diversidad que puede tener el vino, veamos la distribución geográfica por país que tiene el Merlot en la siguiente imagen.

En 2015 era, cantidad de hectáreas implantadas, la cuarta cepa mundial con 266.000 ha. Con una importancia tal que Francia le dedica el 14% de sus sembradíos.

Mientras tanto leo que en Argentina, entre 2008 y 2017, la superficie sembrada con Merlot cayó un 23,6%; en tanto que si medimos la producción en el mismo lapso, la misma cayó de casi 670.000 quintales a apenas 350.000. La caída en el consumo fue del 30,0% pero si lo abrimos por mercado interno y mercado externo, notamos que si bien el consumo doméstico de Merlot se incrementó un 30,7%; las exportaciones cayeron un 66,7%

Contradictorio, según se lo mire. «Lo exportamos menos porque lo consumimos en casa»; pero al mismo tiempo hay una caída en el consumo total de vino en Argentina.

A lo que quiero llegar es a lo siguiente: para que un consumidor ingrese a un mercado, se le deben facilitar las condiciones. Precio, accesibilidad, disponibilidad y por supuesto, calidad. Todo esto acompaña al producto que será el que despierte el interés del consumidor, y más allá de las tareas de los grupos de marketing, si un vino no es «amable» al paladar virgen, será muy dificil que el nuevo consumidor vuelva a elegirlo. Los argentinos solemos ser extremos, en casi todo. Los vinos no son la excepción. O dulces, o ásperos. El Merlot ofrece la oportunidad excepcional al nuevo consumidor de descubrirlo de a poco. Color brillante. Aromas a frutas. Sabores no agresivos, pero con el picor deseado para que sea acompañado de un plato elegante. Es fácil de describir y tienta. Con el Merlot «asegurando la cabecera de playa», será más accesible el ingreso al mundo del Malbec, los Syrah o los Cabernet. El paladar se educa, y uno se acostumbra pronto a lo bueno.

El principal interrogante que me llevo de la caída en la plantación de Merlot es si estoy siendo naive en mi apreciación, o simplemente los viñateros descartan la cepa porque la subestiman.

En lo personal, me gusta seguir descubriendo Merlots.

 

 

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