Playas espectaculares. Escenarios hollywoodenses. Casablanca. Vinos para el imperio romano. ¿Cómo? Sí, desde el actual territorio de Marruecos, se hacían vinos magníficos que se consumían en el Roma y su imperio, hasta que la invasión árabe arrancó las viñas.
Recién en 1912, cuando el territorio se repartió entre España y Francia, se replantaron unas 60.000 hectáreas, que luego volvieron a ser extirpadas para quedar apenas 14.000 en 1956.
Marruecos produce vinos blancos, grises, rosados y tintos.
El vino gris es una especialidad marroquí, que se obtiene entre el sur de Casablanca y el este de Marraquesh.
Los tintos son Alicante Bouschet, Cabernet, Carignan, Cinsault y Garnacha – ¡otra vez el Garnacha!-, y dan vinos aromáticos y con cuerpo.
Para rosados, que se cultivan al noroeste del país, utilizan variedades africanas como la Rasofi o la Al Farranah.
Los blancos, que deben consumirse en su primer año, son provenientes de uvas Clairette, Macabeo y Pedro Ximénez.
El ochenta por ciento de la producción se consume en el país, mientras que el excedente se exporta a Europa.
Quien se de una vuelta por esas tierras, por favor, que nos cuente cómo le ha ido con el vino gris.
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