¿Será posible que un vino de hace dos años, tenga 4 de edad?
A menos que haya viajado en la máquina del tiempo parecería que no, entonces, ¿de qué se trata esto?
Sabemos que el vino es pura química. Sabemos también, desde el colegio secundario, que las leyes de la química vienen dadas para lo que se ha dado en llamar “condiciones normales de presión y temperatura”.
¿Y qué tiene que ver todo esto con la edad del vino?
Parece ser que los vinos que se conservan embotellados en bodegas, tienden a “envejecer” a un ritmo más lento que si los conservásemos en casa; y esto viene dado por las condiciones de temperatura, luz y humedad que se encuentran en ambos lugares.
Ya en 2014, Fulvio Mattivi, de la Fundación Edmund Mach, publicaba un estudio mediante el cual, se demostraba que el vino en 200 botellas conservadas en casas, había evolucionado hasta cuatro veces más rápido, que sus pares conservados en bodegas.
La luz impacta decolorando el vino.
La humedad contribuye a que el corcho se seque e ingrese aire a la botella.
Lo que más altera al vino es el cambio de temperatura. Los expertos aconsejan la guarda en un rango constante de 9°C a 15°C. Las temperaturas por debajo de 21°C no afectan tan negativamente a los vinos, pero lo que ocurre por encima de ese valor es que el vino “se cocina” variando su aroma y sabor.
Hay quienes aconsejan temperaturas menores a los 21°C, pero lo importante es que todos destacan que el vino no debe ser acopiado en temperaturas medias a elevadas, tarea compleja para nuestras latitudes.
Por eso, a menos que tengamos una regia bodega “profesional”, dejemos que el vino se añeje en un lugar distinto y cuando compremos una botella, ¡disfrutémosla!
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