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El Vino

Nota mineral

Nota mineral

Ustedes sepan disculpar que un bonaerense que se ha educado a 10 cuadras del Río de la Plata, piense que el único lugar del cual pueden salir frutos sabrosos sea la pampa húmeda.

¿Qué es lo que aprendíamos en el colegio en «mi época»? Precisamente al vivir en una zona en la que se cae una semilla de tomate al suelo, y crece una planta, el concepto de la agricultura «con esfuerzo» se desvanece bastante.

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Con solo clavar una pala en la tierra, nos encontramos con ese color negro único, lleno de vida -lombrices y cuanto animalito que fortifica el terreno se te ocurra.

Luego de esa capa de humus (muchas veces superior a 40 cm de profundidad), sigue la tierra, esta vez arcillosa. Los años, la planicie, los cultivos, el desecho de los animales, el clima húmedo; todo se complota perfectamente para que esa tierra sea inmensamente fértil y pródiga.

Lo que sabíamos de los terrenos áridos era que crecían cactus y plantas resistentes a la sequía y a los vientos.

Por eso nos cuesta entender tanto el terroir en el que se desarrolla la vitivinicultura argentina.

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El solo hecho de pensar que se puede plantar algo en suelo rocoso, que no tiene una capa de tierra negra, ávido de agua, nos lleva a creer que no crece nada «rico».

Pero con la vid ocurre todo lo contrario. Nos lleva la contraria de la lógica. Las raíces de la planta penetran profundamente el suelo, y toman todo lo mineral que encuentran en el camino, y es eso precisamente, lo que le dará a cada vino, de cada terruño, un sabor tan particular a distintos materiales.

Y es una nota más para descubrir en esta cada vez más compleja, y atrapante, sinfonía de los vinos argentinos.

Los tipos de terrenos, los veremos más adelante, por ahora, a descubrir qué mineral encontraremos en cada copa.

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