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El Vino

New sensation

New sensation

Así se llama una canción bastante pegadiza de INXS, la banda australiana que para ser original habla de eso, de sensaciones.

Me gusta mucho la música y de la simple definición de Alberto Williams en «Teoría de la música» – Música es el arte de bien combinar los sonidos y los tiempos – ya podemos inferir que en sí, no hay mala música; si los sonidos y los tiempos no están bien combinados, ergo no es música. Que nos guste INXS o que no lo toleremos depende de nuestro «paladar» musical, y a veces, hasta del momento en el que queremos consumir tal o cual pieza musical.

Tengo la dicha de haber estudiado música durante 8 años en un conservatorio, pero eso no basta para desarrollar el oído y gusto musical. Sinceramente no recuerdo mi casa sin música. Sonaba de todo, desde «La reina batata» de María Elena Walsh hasta la deliciosa Traviata de Verdi. Es inevitable que una melodía conocida me despierte sensaciones. Tal vez la palabra apropiada sea emociones. Es que parece ser que la mente trabaja de esa forma cuando se involucran los sentimientos, dejando una especie de «tatuaje» en el cerebro. La mejor interpretación que recuerdo de la «bimba…» de Madama Butterfly no fue en el teatro Colón, ni en la Scala de Milán, sino en la playa al aire libre. Fue tal que los protagonistas me llevaron al Japón de fines del siglo XIX y me emocionaron. Obviamente, la mejor interpretación de la reina batata siempre la dieron mis hijas 🙂

La imagen destacada de la portada de esta entrada, muestra la «simplicidad» de la estructura musical del hitazo de los ’90 con la banda australiana que, al compararla con la «complejidad» del Nessun dormanessun_dorma1 de la exquisita – y riesgosa «princesa del hielo», Turandot, – pareciera «ser mala».

Por otro lado, si no recorrimos el camino desde «los palotes» del Feliz Cumpleaños, al título de grado del brindis de La Traviata; nos resultará apabullante la riqueza de la ópera.

En todo es así, de lo simple a lo complejo, y una vez recorrido el camino, cuando escuchamos a los 3 tenores cantando «O sole mío» nos agrada, lo que no quita que la imagen del nonno cantándola mientras trabajaba y añoraba su terruño sea incomparable.

Así son los sentidos y las emociones. Están presentes en todo lo que los querramos involucrar. Algunas personas escuchan música para apagar el silencio (¿debería escribir «oyen» en lugar de «escuchan»?), otros para llenarnos el alma.

Toda esta larguísima introducción es para hacer una analogía con nuestro vino. En Argentina no hay malos vinos, hay vinos más o menos complejos, con mayor o menor grado de llegada a nosotros porque comienza a jugar lo subjetivo que tenemos.

Si hablamos de «calidad», nuestros terroirs son únicos en el planeta, lo mismo que el desarrollo que alcanzan las cepas, los climas y nuestra gente. Físicamente hablando, tenemos todo y más para ser #1. ¿Qué nos diferencia? ¿La pasión? ¿Lo emocional? No lo sé.

Hay gente que lo debe tener todo explicado, pero a mí me llega la experiencia de todos los sentidos que envuelve el hecho de tener una copa en la mano. El tiempo y el esfuerzo que insumió es demasiado grande como para que ese líquido, solo pase por el esófago. Ese líquido no es una gaseosa artificial, ese vino tiene vida y se expresa, y para captar todo lo que el equipo quiso extraer de ese fruto hay que estar preparado. Hay que mirarlo, detenerse, apreciarlo. Los rojos son distintos y los dorados también. La cristalinidad dice mucho y lo turbio no implica suciedad. Coronas y herraduras.

Ese líquido también se expresa a través de los aromas, que en este caso hace que la nota de «pintura» no tenga implicancias negativas, sino que nos arranque una sonrisa, al igual que el «pis de gato». Es casi como jugar a la escondida, y detectar qué está presente y que sólo lo imaginamos.

Y cuando lo llevás a la boca terminás de comprender lo que te enseñaron en la primaria – y no le prestaste demasiada atención – que la lengua tiene papilas gustativas dispersas en distintos lugares que captan diferentes sabores. Es ahí donde te das cuenta de que la saliva se coagula con los taninos de los tintos y por eso el cordero es más sabroso (y viceversa) con un Cabernet Sauvignon, que con un Sauvignon Blanc. Ese es el momento en el que te das cuenta de que tu boca es enorme y que el paladar juega fuerte cuando un vino tiene una estructura compleja. Y también te das cuenta de que la comida mexicana, con un vino «picoso» te puede llevar a buscar la manguera de incendio…

Cuando a lo físico, le agregás sensaciones y emociones la experiencia se complementa. Ya no es lo mismo tomar vino a disfrutar un vino, solo o con amigos. Te mueve a saber más, a conocer más, a probar más y a tener tu propio juicio, independientemente del precio de la etiqueta; porque en ese momento en el que hacés el click, sabés que podés disfrutar de un vino exclusivo (la ópera) sin perder de vista que el que te sirve Manolo en el bodegón, si lo amerita la circunstancia, también es el apropiado.

Como una orquesta en la música, en el vino argentino, ¡hay equipo!

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