Siguiendo con este viaje imaginario que comenzamos hace ya un tiempo, seguimos por nuestra América del Sur y hoy es el turno de Ecuador y Colombia.
Son dos países con lugares espléndidos pero con poca tradición vitivinícola. En la actualidad, Colombia cuenta con más de 1.500 hectáreas sembradas y Ecuador apenas 300. Llamaría la atención sobre todo el caso de Ecuador, dado que las primeras plantaciones se realizaron a fines del siglo XVI, cepas que se han perdido después de las idas y vueltas que había en el entonces Virreinato del Perú.
Desde la década del ’80, ya en el Siglo XX, Colombia ha plantado Riesling, Pinot Noir, Geisenheim que dan vinos muy frutales y dulces, que se utilizan principalmente en la elaboración de espumosos y brandy. La apreciación importante en estos casos es que por la geografía y climatología de la región, hay dos cosechas al año. También hay Chardonnay, Sauvignon Blanc y Cabernet Sauvignon.
Los vinos ecuatorianos se producen prácticamente para el consumo familiar. Las plantaciones recomenzaron en 1982 en el Valle de Patate y en menor cantidad en la región costera de Manabi, donde se obtienen dos y hasta tres cosechas al año. Las variedades utilizadas son las autóctonas Nacional Blanca, Nacional Negra, Isabella, Niagara y Concord (estas últimas criollas), y las europeas Barberá, Merlot, Moscatel, Sangiovesse y Povarella.
Los que prueben vinos de esta región, por favor no tarden en comentarlos.
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