En el país se gastan unos mil trescientos millones de dólares al año para erradicar malezas de los cultivos, según datos de la FAUBA y la empresa Adama Argentina. Esto lo revela el INTA como desafío para lo que viene.
La Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Mar del Plata y el INTA Balcarce han demostrado la competencia real entre las malezas y los cultivos.
AACREA tiene su programa nacional de malezas y saben que si bien la tecnología ha dado una ayuda muy importante, las semillas indeseadas se han vuelto resistentes a los herbicidas comunes. Como es lógico suponer, los resultados del programa hablan de una acción preventiva, para evitar acciones de emergencia, una vez detectado el brote.
La Pampa Húmeda y las regiones en las que la siembra de soja, las ha transformado prácticamente en monocultivo, se afectaron de manera tal que es necesario apelar a glifosato y herbicidas potentes, en conjunción con semillas híbridas.
La siembra directa también ha contribuido en la propagación de estas especies que perjudican a especies menos resistentes.
El INTA Mendoza desarrolló hace unos 4 años, una desmalezadora para cultivos orgánicos. Sabemos que en la vitivinicultura orgánica, están prohibidos los productos sintéticos para el control de crecimiento y eliminación de malezas.
El sistema “es bastante eficaz si se efectúa en el momento oportuno y resulta más económico que el control mediante labranza y repaso manual”.
Adaptado para producciones a escalas medianas y grandes, el equipo tiene dos quemadores diseñados para el control de malezas en la línea de plantas de viñedos, “espacio donde resulta dificultoso acceder con sistemas de labranza”.
Sin dudas, otro frente abierto y un nuevo desafío a la creatividad para los productores.
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