Hoy es la noche más esperada por los cristianos, quienes creemos que nos nace el Salvador.
El Salvador de la opresión a la que históricamente fue sometido el Pueblo de Dios.
Esta noche en particular traerá sentimientos, pensamientos, emociones encontradas.
Me quedo con las cosas buenas. Me quedo con lo que descubrimos como esencial. Me quedo con esa inquietud que provoca lo desconocido, el miedo que afecte a alguien de nuestra familia, y la inmediata certeza de que estamos juntos cuidándonos. Me quedo con la linda sensación de extrañar, solo porque significa que valoramos a quienes no tenemos cerca y quisieramos abrazar y no soltar. Me quedo con las mesas y sobremesas compartidas, a pesar del «me llaman de la oficina». Me quedo con el descubrimiento que hizo la sociedad, aunque sea fugaz, de que el medico, la enfermera o la mucama; son de verdad más importantes que los políticos. Me quedo con el coraje de los que ponen todo sin pedir nada, porque no todos eligieron su ocupación actual como vocación, sino como un medio de llevar un plato de comida a su hogar.
Me quedo sabiendo quienes han sido los que no dieron la talla, el olvido es el principio del fracaso de cada sociedad.
Me quedo con el recuerdo de los que ya no están físicamente con nosotros, pero como soy cristiano y creo en Dios y en la resurrección, estoy seguro de que nos vamos a reencontrar.
A diferencia de lo que muchos opinan, 2020 no será un año para el olvido, ojalá sea un año de aprendizaje sobre el verdadero valor de cada acto, de cada gesto, de cada cosa.
Que el 2021 sólo se lleve lo malo (y rápido) de 2020.
Les deseamos una muy bendecida Navidad.
Agregar comentario