Con motivo de la presentación de la cosecha 2017 de Clos de los Siete, tuvimos la oportunidad de escuchar la palabra, siempre autorizada, de Michel Rolland, el enólogo francés, que llegó a Argentina hace más de 30 años como asesor, pero el potencial de Valle de Uco lo conquistó y así se animó a tener su propio vino en nuestro terruño.
Conociendo el mercado del vino como pocos, se anima a decir que «Argentina es un país complicado en el mundo del vino para invertir». Y así nos cuenta que cuando realizó su inversión en nuestro país, el tenía 25 años menos y lo hizo porque quería tener en un lugar que le gustara y poder hacer un buen vino.
Pero si le preguntan si hoy volvería a invertir en Argentina, decididamente contesta:»conociendo como es la cosa, puede ser que no lo haga de nuevo, pero lo que está hecho está hecho y no vuelvo atrás».
Cuando habla del vino argentino refiere: «que el vino argentino se ha ganado su espacio en el mercado externo y que tiene muy buena fama a pesar de llevar solo 30 años compitiendo. Hay que seguir trabajando por supuesto. El mercado es una competición muy fuerte , porque los vinos son buenos en todos lados, pero Argentina ya tiene su espacio» asegura.
Y para Michel Rolland, ese posicionamiento internacional es gracias al Malbec, cepa que para el es «emblemática en el país y debe ser aprovechada porque no hay de esta cepa en el mundo, solo un poco en Francia pero es tan poco que casi no existe. Hay un poco en Estados Unidos, un poquito en Chile porque están copiando a Argentina, pero el Malbec es argentino y realmente ha buscado su lugar en el país de norte a sur».
Aunque también afirma que no se puedan elaborar muy buenos vinos con otros varietales como cabernet sauvignon o merlot. «No existe solamente el malbec, pero cuando tienen una variedad emblemática en el país hay que trabajar en el marketing con eso y las otras cepas pueden ir viviendo a su alrededor sin dudas».
Cuando se le pregunta que opina sobre las nuevas generaciones: milennialls y centennials que están incursionando en el mundo del vino, opina que la » industria tiene que hacer vinos que los atraigan. En el futuro me gustaría que los jóvenes estén convencidos que el vino es una bebida que vale la pena, más que la cerveza o al mismo nivel al menos, o más que los alcoholes fuertes que toman de vez en cuando. Nuestro esfuerzo debe estar enfocado en convencer a los jóvenes de tomar vino y que les de placer hacerlo» Agrega también «el futuro son los clientes, los consumidores que en definitiva son a los que les gusta o no les gusta».
También hizo referencia a los nuevos modos de consumo, como por ejemplo el vino en lata. Michel Rolland no es ajeno a esta metaformosis del vino «puede ser que el vino necesite otra historia y la lata puede ser esa historia. Pero si hablo del vino en lata aquí en Burdeos me van a tratar de loco » dijo entre risas.
Cuando se le pidió una opinión sobre la tendencia de los vinos orgánicos no dudo en expresar: «se puede hacer vinos orgánicos pero no a cualquier precio. Existen vinos orgánicos tontos a los que definió como intomables».
Hizo referencia también a la fama que tiene los vinos de Michel Rolland de amaderados, a lo que contestó «la presencia de madera es una leyenda porque en Argentina por el tema del precio no usamos tanta madera».
«El mundo está tonto» asegura. «Hace cuarenta años los vinos estaban malos de envejecer en barricas viejas. Entonces si usabamos barricas nuevas el gusto iba a salir mejor, no iba a tener gusto a molde, no iba a tener gusto raro como tenían los vinos antes. Y entonces muchos años después algunos encontraron demasiada madera y efectivamente había de vez en cuando madera demasiado fuerte. Cada vez que empezamos algo nuevo hay que aprender y la madera nueva al principio había que aprender a manejarla». Con el paso del tiempo la técnica se perfeccionó y «desde hace 25 años a ahora no hay demasiada madera. En la actualidad lo curioso es que hay algunos tontos que buscan madera donde no la hay».
Para reafirmar su declaración Michel recordó una curiosa anécdota que le tocó vivir hace muy poco: «el otro día hice una cata de vinos y yo no había dicho nada, pero ninguno de los vinos tenía madera. Y los expertos me encontraron madera en 8 vinos sobre 16. Es fuerte eso».
Concluye «hoy me gustaría tener más madera en los vinos argentinos que estoy haciendo pero desgraciadamente por el precio no se puede. Yo creo que es un debate viejo y sin sentido hoy».
Siempre es interesante escuchar a un experto como Michel que nos da su mirada desde afuera. Y precisamente esa mirada también marca la diferencia en sus vinos.
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