Fueron dos debates con un par de horas de diferencia. Ambos aludían a bodegas más que reconocidas y de altísima calidad. En el fondo tiene que ver con percepciones desde el consumidor, una de ellas inherente al precio, y la otra al producto.
Discusión 1: la bodega A subió el precio de un vino insignia de $ 3.300.- a $ 8.500 en una semana. Fue en la misma vinoteca de una ciudad del interior.
Discusión 2: un consumidor toma un vino de la bodega B, percibe una rajadura en el corcho (menor) y atribuye a eso, el sabor ácido, alcohólico y el desequilibrio en el producto.
Obviamente tenemos información insuficiente sobre ambas situaciones, pero bien vale el debate para plantear lo siguiente: ¿no sería hora de aplicar trazabilidad a vinos de un determinado segmento? Con lo duro que es crear un producto de alta calidad, el esfuerzo que le representa al productor y a la bodega; de verdad, ¿no vale la pena tomar el riesgo de animarse a saber –y que todos lo sepamos- el camino de la uva desde el terroir hasta la copa?
¿Qué es la trazabilidad para el INTI? Más allá de la definición técnica, lo importante es el concepto: “Documentar la larga y compleja historia de un vino, incluyendo todos los factores y etapas desde la uva hasta la mesa, reduce los riesgos incidentales y garantiza su calidad”. Esta publicación es de diciembre de 2006, y se basa en la resolución 178/2002 de la Comunidad Europea. Al ser el vino un alimento, también el Senasa interviene en la normativa y ha creado un sistema.
Siendo específicos, el INV es quien tiene la responsabilidad de fiscalizar las buenas prácticas, pero al mismo tiempo, tiene la oportunidad de trabajar codo a codo con los productores para modernizar los recursos físicos y humanos tendientes a garantizar la excelente calidad del producto en todas las etapas. No debe ser tarea fácil para ellos.
Quiero citar la opinión textual del INV sobre el tema: “Trazabilidad de información y de productos son imprescindibles en la enología moderna. Es un concepto que está ligado a las buenas prácticas de manufactura. El vino, como alimento, debe ser sometido a un control de todo el proceso, esto permite trazar y determinar problemas y completar la guía que tiene que acompañar a cualquier producto del sector alimentario.”
¿Qué se puede trazar? La parcela, la botella, el corcho, el proceso, el embotellado, el traslado, el estibaje. ¿Es mucho? ¿Es necesario? ¿Es caro? ¿Vale la pena?
Nada es obligatorio. En calidad, lo que no se registra, no cuenta. Todo queda supeditado a la percepción. Así es como se destruye una marca o un producto. Nadie puede explicar como es posible que el vino de una bodega top, termine en una góndola de supermercado. Ya somos muchos hablando de vinos, y no todos son bienintencionados; entonces, si hay registro del camino recorrido quien habla es el vino, y quienes callamos los opinadores, quedando limitada nuestra sensación sólo a eso. Seguramente hay razones para que la propuesta no sea una simple “decisión si ó no”, lo que no quita las ganas de encontrarse con un ejemplar de estas características con habitualidad.
Ojalá prenda la idea.
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