Hace unos días comentábamos sobre la ley 5.708 de CABA que regula la publicidad y promoción de venta de bebidas alcohólicas en la Ciudad, y es un tema que da mucha tela para cortar.
Según el Código Alimentario Nacional, el vino es un alimento, al igual que la sal o el azúcar. Lo que tienen en común es que la ingesta en exceso de los mismos, produce daños irreversibles en el organismo. Sólo para citar una consecuencia nociva, diremos que el alcohol produce cirrosis hepática; la sal eleva la tensión arterial y aumenta el riesgo cardiovascular; en tanto que el azúcar provoca diabetes. Hay mucha literatura al respecto, y queda a criterio del lector avanzar en el estudio de la misma.
Lo que sí rescato de la campaña de Coviar, son las palabras de José Zuccardi acerca de la necesaria regulación de la publicidad de las bebidas azucaradas.
Comparto totalmente su criterio en este tema y voy más allá, el país debe avanzar en una ley que no quede simplemente en la “información nutricional” de los alimentos. Los mismos deben explicitar de forma clara y legible, las consecuencias de su consumo en exceso.
Durante un tiempo hicimos llamados a la línea telefónica de atención al consumidor de una compañía de bebidas sin alcohol con preguntas simples. Aquí algunas de las respuestas:
- La bebida cola contiene sal.
- El endulzante de esa bebida es jarabe de maíz de alta fructosa, y en el caso de la bebida cola, es aproximadamente un 10%
- El edulcorante artificial puede contener fenilcetonúricos.
- La bebida cola contiene ácido fosfórico (¿ahora entienden por qué afloja tornillos?)
- Esa bebida sólo contiene un 10% de jugo de frutas natural, el resto es agua carbonatada y saborizantes (de hecho, casi no quedan en el mercado jugos de fruta naturales)
- El agua no es mineral natural, es mineralizada artificialmente.
¿Sorprendidos? Hagan ustedes sus propias consultas a todas las líneas de atención al consumidor de productores alimenticios. Se van a sorprender y no siempre de una manera grata.
Si vamos a ocuparnos de la salud de la población, seamos justos y obliguemos a todos los productores de alimentos a informar claramente las consecuencias de la excesiva ingesta de esos productos. Es una manera de que los empresarios comiencen a ser socialmente responsables, y también una manera de educar a la población.
Una nueva oportunidad se presenta para los productores de vinos, esperemos que sepan aprovecharla.
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