De cara a un nuevo año siempre miramos hacia adelante con la esperanza pintada en los ojos.

Mirando al horizonte imaginario del año que vendrá. Curiosos y expectantes de lo que traerá.

Como el enólogo cuando se para frente al viñedo a observarlo e imaginar como se presentará esta vendimia.

Y deseamos que el nuevo año traiga cosas nuevas, mejore las no tan buenas, que venga cargado de oportunidades, de alegrías, que no traiga tristezas, pérdidas ni desilusiones.

Como el productor desea que no haya inclemencias climáticas que den por tierra la cosecha, o mira deseando buenas uvas, que este año supere al anterior, que sea mejor añada, que traiga en consecuencia los mejores vinos, que el país le de las oportunidades que necesita para mantener buenos ingresos.

Y sí, si comparamos cualquier situación de nuestras vidas, cada año que comienza, renovamos la esperanza. La esperanza de que este año sí sea de buena cosecha. Cosecha de frutos nuevos, buenos, generosos, que traiga buenos vinos, «el vino» del año (eso que tanto anhelamos) esa añada que se recuerde siempre.

Todos aspiramos a lo mismo. Todos esperamos buenos frutos en nuestras vidas.

Se renueva la esperanza, se enciende la ilusión.

Y deseamos continuar el camino juntos a los seres queridos. Como el equipo de bodega desea mantener el team logrado. El que genera éxito. O el que acompaña cuando la cosecha no viene bien.

Pero también es cierto que una gran parte de esa cosecha dependerá de como sembramos en el presente. De cuánto de nosotros y de nuestro espíritu le pusimos a la labor diaria, a nuestro trabajo, sea lo que sea a lo que nos dediquemos. Y cuánto también nos brindamos a nuestros afectos. esas personas que nos sostienen día a día para continuar y le dan el sentido real a nuestras vidas.

Y también cuántos errores corregimos durante el camino, como el enólogo corrige el vino en los tanques.

Cuánto caminamos el suelo, el de nuestros sueños personales, cuántas noches mirando al cielo pidiendo buena estrella, como el productor cuando mira a las nubes pidiendo que no sea granizo.

Sí. Mucho de los buenos frutos cosechados dependen de nosotros, del tiempo, de las ganas, de la pasión, del deseo de mejorar, pero también depende de un «cachito» de suerte. De la que viene del cielo, y a la que no influenciamos. De la que decide por fuera de nosotros, si habrá sequía, si habrá granizo o solo buen sol y buen vino.

Miremos el 2017 que se aproxima con ojos de esperanza. Con brillo en los ojos por descubrir lo que nos trae. Cada uno sabrá cuanto de si le puso a la «añada» que se va y cuánto abonó su «terruño» para recibir el fruto del nuevo año.

Pero de lo que sí estamos seguros de que el primer día del año que comienza es una caja de promesas y de oportunidades….las que iremos develando con el correr de los meses. Igual que descubrimos como evoluciona el vino con el tiempo.

Es el deseo de La Noche en Vino, que el año 2017 venga colmado de buenos frutos, de buen equipo y de buenos «vinos» ….que evolucionen cada día mejor y que al final podamos sentarnos a degustarlos con la tranquilidad de saber que hicimos bien nuestra labor sintiéndonos merecedores de la buena cosecha y hasta de la buena «suerte» que nos tocó.

Por supuesto que me refiero a los vinos…como al fruto de nuestras vidas, pero también les deseamos una cava llena de buenos vinos.

Feliz Añada 2017!!