Esta Navidad es especial para mí.

Cada año es especial .

Es un año de dar gracias. Siempre deberíamos dar gracias, es que algunas veces no dejamos a mano los lentes que nos corrigen la miopía de lo instantáneo.

No hablo de materialidades, hablo de lo que no se ve, del interior. Hablo de ese diálogo que nos debemos. De la pausa. De lo trascendente.

Este año, extraño más y menos a quienes quiero mucho y no están cerca. Algunos apenas por la distancia material. Otros porque están en otro lugar del cual sabemos poco. Como escribió alguien:  mientras estamos en el útero materno, nuestro universo “conocido” se desmorona en el momento de dar a luz. Vamos a un universo desconocido, pero seguramente pensamos en ese instante, que se nos acababa el mundo. Sin embargo, era un nacimiento a un lugar nuevo. El vientre de tu madre aún te debe extrañar, pero ella está feliz de verte a su lado. Ese pensamiento cambió mi forma de comprender algunas cosas.

La Navidad celebra el nacimiento más importante para una gran parte de la humanidad.  Todo nacimiento nos vuelve de alguna manera más permeables. También nos llena de alegría. De eso se trata esta celebración, de festejar la Vida. No hay lugar para la pena. Hoy te deseo que cada día de tu vida, se llene con la alegría de un nuevo nacimiento, y que la tristeza no tenga espacio alguno en tu corazón.

Levanto mi copa por Vos, ¡Feliz Navidad!