Se habla mucho actualmente de cuál es el mejor vino, o si tal vino es mejor que tal otro.

Me pasa frecuentemente que amigos o conocidos que tímidamente comienzan a incursionar en el tema me pregunten: …¿Y cuál es para vos el mejor vino? Y me doy cuenta que esperan que conteste con un nombre.

Y pienso ¿qué significa que sea el mejor? ¿el más caro?, ¿el más escaso?, ¿el más recomendado? o ¿simplemente el que más nos gusta?

Les aseguro que si intentáramos cruzar todas las variables mencionadas muchas de ellas no coincidirían. Quizás el más caro no es el que más nos gusta, o el más recomendado tampoco lo es. Por eso mi respuesta siempre es: “como todo en la vida el mejor es lo que más nos gusta”.

Para los que nos apasiona comunicar lo bueno de la vida visto desde la óptica de lo placentero, del encuentro con el otro, con los amigos, con los afectos, o por qué no un momento a solas con uno mismo (existe un libro que se llama “Toma un café contigo mismo” pero también puedes tomar un vino contigo mismo) es bueno seguir aseverando e inculcando en aquel que inicia sus pasos por ese camino “one way” que es el vino, permitirse ser sincero y decir este vino me gusta, por esto o por esto o simplemente no se por qué pero me gusta, sin temor a la censura de los que “más saben”

Por eso, no me guío por etiquetas, por recomendaciones rotundas, por $$$, ni porque su envase sea más lindo. En ese  encuentro con el vino me guío por los sentidos que despierta dentro de mí, aunque venga sin etiquetar, aunque la cata sea a ciegas o aunque no figure en el ranking entre los mejores.

Como todo en la vida, si lo elijo siento en ese momento que es el mejor. Quizás es el momento quizás es la emoción.

Por eso para seguir descubriendo y sorprendiéndonos hay que tomar el riesgo. La sorpresa puede ser enorme.

Cheers!

Dedicado a los que  se animan a tomar  riesgos porque piensan que  lo mejor es lo que más nos  completa en un determinado momento.