Hay una movida muy interesante con respecto al regreso a lo natural en materia alimenticia, de la cual el vino no podía estar ausente: la organicidad.
La cualidad de orgánico no es una simple descripción en la etiqueta, hay una ley nacional, la N° 25.127 que establece las condiciones para que un producto pueda ser considerado orgánico. El artículo 1° de dicha ley versa lo siguiente:
«A los efectos de la presente ley, se entiende por ecológico, biológico u orgánico a todo sistema de producción agropecuario y su correspondiente agroindustria, como así también a los sistemas de recolección, captura y caza, sustentables en el tiempo y que mediante al manejo racional de los recursos naturales y evitando el uso de los productos de síntesis química y otros de efecto tóxico real o potencial para la salud humana, brinde productos sanos, mantenga o incremente la fertilidad de los suelos y la diversidad biológica, conserve los recursos hídricos y presente o intensifique los ciclos biológicos del suelo para suministrar los nutrientes destinados a la vida vegetal y animal, proporcionando a los sistemas naturales, cultivos vegetales y al ganado condiciones tales que les permitan expresar las características básicas de su comportamiento innato, cubriendo las necesidades fisiológicas y ecológicas».
Al mismo tiempo, el artículo tercero establece que la autoridad de aplicación para utilizar la denominación es el SENASA.
Hasta aquí, lo «normativo» de los productos orgánicos en general, ahora ¿cómo traducimos eso al vino?
Fundamentalmente los vinos orgánicos no tienen agregado de dióxido de azufre, provienen de viñedos «certificados» y con técnicas adecuadas en el manejo, transporte y elaboración. Durante la cosecha, se verá que los recipientes estén limpios, la uva se colecte en los mejores horarios y que el procesado de las mismas sea lo más cercano posible al momento del corte de la planta. Se procurará cuidar al máximo el fruto para evitar roturas.
Es importante mantener la trazabilidad de la uva y conservarlas separadas de las uvas no orgánicas. El proceso de vinificación en sí mismo buscará un uso racional de los recursos hídricos y energéticos.
Si se utilizan levaduras, se aconseja que sean indígenas y algunos otros microorganismos puros, que no provengan de elementos transgénicos. Si se debe corregir la acidez, se recurrirá a ácidos cítricos, málicos o tartáricos naturales. Para los vinos dulces, los mostos permitidos deberán ser provenientes de uvas orgánicas.
Los recipientes en los que se elaboran pueden ser de madera, acero inoxidable y cemento recubierto de pintura epoxi. Las botella de vidrio, y los tapones de corcho.
Si además de ampliar la teoría, quieren empezar a degustar estos vinos, el momento en Buenos Aires será los días 18 al 20 de agosto en la Feria de Vinos Orgánicos. Les dejo el enlace para mayor información.
2 Comentarios
ESTIMADOS:
Hasta donde sé, los vinos orgánicos SI PUEDEN usar anhidrido sulfuroso (sulfitos). Lo que tienen muy regulado es la cantidad máxima (creo que debe ser inferior a 40 ppm totales).
Es muy difícil hacer -y sobretodo conservar en estado de sanidad- un vino sin el agregado de sulfitos.
Incluso se ha demostrado que las levaduras mismas sintetizan sulfitos durante su proceso metabólico, ayudando a la elaboración natural del vino (o sea que podrian aparecer trazas de sulfito aún en vinos que no han recibido el agregado de SO2).
Creo que los vinos orgánicos son muy interesantes por otras cuestiones más importantes que los sulfitos (higiene, conservación de sabores/aromas/texturas naturales, ausencia de plaguicidas y demás productos de síntesis quimica, conservación del medio ambiente, etc.) !!
Voy a hacer todo lo posible por visitar la feria de vinos orgánicos !!
Espero sirva mi aporte.
Saludos cordiales.
ROBERTO
Muchisimas gracias por el aporte, Roberto! Espero vernos en la Feria.
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