Llegar a Finca Decero es sentir que traspasaste una frontera y se abre un paisaje diferente.

Sí, diferente en el corazón de Agrelo, Luján de Cuyo. El marco de la cordillera al llegar a su entrada, la gran casona estilo colonial situada a la izquierda. Y a la derecha los pasillos que conducen a la bodega.

Al ingreso encontrar los jardines con la laguna en el centro es verdaderamente relajante y como si fuera poco:  de fondo el Cordón del Plata!

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Según nos cuenta Carolina Díaz Martini , Decero nació del romance de una familia con el vino. De la tradición vitivinícola de los abuelos de Thomas Schmidheiny en Suiza. Del amor de Adda, su madre, por la pequeña bodega familiar fundada en los años setenta en Napa Valley. Y del corazón y espíritu de Thomas, inspirados por los Andes y conquistados por Mendoza.

Y es obligada la pregunta de porqué Decero. Y así nos cuenta Carolina algo de la historia de la bodega.

Nos cuenta que su dueño, Thomas Schmidheiny, de origen suizo, ya había adquirido dos bodegas ya funcionando durante años anteriores: una en Napa Valley y otra en Australia. Pero cuando vino a Mendoza, tierra de la cual se enamoró, decidió fundar su viñedo ….de cero….de allí su nombre.

Empezar de cero era exactamente lo que Thomas había soñado: Uno de los grandes terroirs del mundo, con libertad para innovar y pleno de pasión. En Agrelo, cuna de algunos de los más elegantes tintos argentinos, Thomas supo que había encontrado el lugar en el que desarrollaría el legado familiar. El terruño que daría vida a vinos diferentes, honestos. Vinos expresivos, que honrarían genuinamente su origen.

Ese campo, agreste, desnudo, con apenas algunas jarillas y chañares, se convertiría en el Viñedo Remolinos. Llamado  así por una de sus características más especiales, unos diminutos vórtices en los que el viento agita el polvo en espiral, danzando a través de las viñas y manteniendo a sus uvas sanas desde el envero hasta la cosecha. A más de mil metros de altitud sobre el nivel del mar, el viñedo es uno de los más altos de la región. Es por eso que, por las noches, el aire puro de los Andes refresca la tierra caliente por el sol de la tarde.

Ingresando hacia la casona nos encontramos con una gran y acogedora sala de degustación donde degustamos su vino insignia: Decero Amano.

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Al subir nos recibe el cálido restaurante que abre sus puertas de lunes a sábados de 12 a 15 horas y que sorprende con un exquisito menú creación de Andrés Fozzatti maridado con sus vinos.

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Y después de almuerzo la oportunidad de recorrer la bodega de avanzada, la que cuenta entre otras cosas con laboratorio propio y una preciosa guarda de barricas.

Sus vinos:

Decero Amano: corte de los más distinguidos cuarteles del Viñedo Remolinos.Lleva ese nombre como representante de la filosofía de trabajo de la bodega «a mano». Blend de 65% Malbec, 28% Cabernet Sauvignon, 4% Petit Verdot, 3% Tannat. Con 22 meses en barrica de roble francés de primer uso y maduración de 1 año en botella antes de su salida al mercado.

Decero Miniediciones Petit Verdot: son parcelas muy limitadas de vino variedad Petit Verdot al 100%. Crianza de 16 meses en barrica de roble francés.

Decero Clásicos Malbec, Cabernet Sauvignon y Syrah: varietales puros que expresan la personalidad de la tierra. Con 16 meses de barrica en roble francés, se destacan  por su elegancia.

Conclusión: sobran motivos para que te animes en estas vacaciones a ir a Finca Decero (@FincaDecero)  y disfrutar de la cordialidad de su gente, de la tranquilidad del lugar y de su excelente gastronomía y sus vinos. Todo bajo la supervisión de Tatiana Casero Tourism & Event Manager. Todo un lujo!