Se abrió nuevamente, como cada vez que aparece un boom, la discusión sobre los puntajes, las medallas y el gusto.
El primer acuerdo que quiero lograr con Uds. es que no hay nada objetivo en los puntajes ni en las medallas; porque en ambos casos interviene el tercero de los miembros en disputa: el gusto personal. Podemos armar todas las escalas que quieran, ampliar la base de «degustadores» cuanto quieran, pero la realidad concreta es que ninguno de nosotros, en dos momentos diferentes, gusta de lo mismo de la misma manera.
Lo objetivo es que una semana tuvimos una dieta ordenada, probando cosas caseras, de buena calidad y nos ponen un buen vino adelante y le descubrimos ciertas cosas. La semana siguiente nos pasa lo opuesto, comidas afuera, delivery, chatarra y nos ponen el mismo vino, de la misma caja y nos sabe a otra cosa diferente. Ni hablar si en el medio estuvimos resfriados o lo que fuera.
¿Cómo hacemos nosotros para elegir un vino? Les comparto mi experiencia de la semana pasada. Cena con amigos. Otoño porteño un poco más frío que el habitual. Viernes de semana cargada. El menú: muy simple: lomo al horno, a punto con papas al natural y cebolla morada caramelizada. Dos etiquetas con las siguientes características:
A | B | |
Varietal | Malbec | Malbec / Merlot |
Añada | 2012 | 2012 |
Precio | $ 220,00 | $ 260,00 |
Procedencia | V. de Uco | V. de Uco |
Crianza | 12 meses en roble francés. Reposo en botella de 6 meses | 10 meses en roble francés. Reposo en botella de 6 meses |
Puntaje R. Parker | 91 | 90 |
El vino A tiene «menos prensa» que el B. Serví antes el B que el A. No esperé a que se termine el B, para comenzar con el A. Mis notas de cata serían algo así como: «A me partió la cabeza. Color y brillo impecables. Aroma a frutas. Ataque intenso y marida de lujo con carnes rojas». «B me partió la lengua. Color y brillo impecable. Tarda en expresarse aromáticamente. En boca se nota la acidez corregida -tanto que parece que el vino «estuviera verde»- algo no esperado en este tipo de vinos».
Resumen de los comensales: El vino A se tomó como agua. El vino B… la última botella se abrió el viernes a la noche y se terminó el domingo al mediodía -el sábado a la noche, era otro vino, bastante más equilibrado-.
Ahora pongámonos un minuto en la cabeza de una persona que habitualmente no toma vino, y por circunstancias X tiene o quiere comprar un buen vino en un rango de precios, ¿cómo y qué elige? Es simple: bodega, marca, marketing. Te parás en una vidriera y ves que dos vinos valen lo mismo y uno tiene 95 puntos y el otro 90 y comprás el de 95. Lo mismo si uno tiene medalla de oro y el otro de bronce. El consumidor normal se guía por eso -y nosotros también, no nos engañemos-; y este es el segundo acuerdo al cual quiero llegar: los puntos y las medallas ayudan a que un productor pueda vender más vino a mejor precio.
Que no se malinterprete: no hablo de que un vino «5 puntos» le pusieron un 10; sino que si un productor hace algo realmente bueno, es muy lógico que lo haga «calificar» y competir internacionalmente porque eso le va a ayudar mucho en colocar el producto.
Mi opinión es que todo colabora. Ninguno de nosotros toma vino salido de catas a ciegas y bienvenido todo lo que ayude a elevar la calidad de nuestros productos.
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