La Syrah parece uno de esos espías de película. No se sabe a ciencia cierta si es originario de Irán -antigua Persia- o de Sicilia – Siracusa-. Cambia de nombres: Shirah, Sirac, Syra y varios más. A pesar de su orígen no es sino en Francia donde la variedad empieza su expansión, pero es en Australia donde encuentra su apogeo, al punto de convertirse en el varietal insignia de la isla.
En Argentina, se ha duplicado la cantidad de hectáreas sembradas en menos de diez años, y no son pocos los que la van eligiendo como su preferida día a día.
Al ver el grano, se pueden identificar distintas etapas, y llama la atención cómo se marchita precozmente, una vez llegada la madurez.
Tiene una carga de taninos importante, lo que hace a esta cepa, una aliada de los varietales menos estructurados.
Sus sabores y aromas también nos despistan, ya que puede aparecer la canela y la frambuesa, o el clavo de olor y la pimienta en sus descriptores.
La región en la que más se cultiva el Syrah es el Valle de Tulum en la provincia de San Juan.
Esperemos que pronto veamos vinos de alta calidad, compitiendo directamente con los afamados australianos.
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