Para mí hablar de Miguel Brascó a dos años de su partida es hablar de una ausencia que tiene algo de aquello de «la presencia por la ausencia».
Siento que hoy con tanta explosión de gente «experta» hablando de vinos Brascó está más vigente que nunca. El y su famosa expresión «este vino está piripipí».
Yo era muy joven cuando comencé a seguirlo en su columna de la revista La Nación los días domingos. Estaba empezando a entender el mundo del vino, sí es que decir eso es correcto. Quizás debería decir: empezando a sentir, a vivir al vino. Y me encantaba leer como Brascó desmitificaba al vino y «su mundo».
Aprendí de el que era más importante guiarnos por lo que nos gusta que por lo que nos «venden» , que es muy lícito comer pizza con vino si te viene en ganas, que nadie sabe más de vinos que uno al momento de decir «me gusta o no me gusta» , aprendí a reírme de los neologismos que usaba o a escucharlo satirizar frases tales como : «taninos redondos» «vino con agujas» o «con olor a pis de gato».
De el tomé por mucho tiempo (cada tanto igual me sale) pedir «champán» (no champagne) en un restaurant y mirar la cara horrorizada del sommelier corrigiéndome: «espumante»(o ahora «espumoso»). Porque Brascó decía que no estaba mal decir champán, ya que era la palabra «champagne» aporteñada. Pasada al lunfardo de Buenos Aires.
Aprendí que se aprende más de vinos con la práctica que con la teoría. Y que se disfruta más cuando le quitamos solemnidad. Y más si nos rodeamos de amigos que de expertos.
Brascó sabía comer y sabía beber. Y yo aprendí de el que la experiencia del vino se completa con quien lo bebe. El consumidor. Que es quien tiene la última palabra.
Respeto a todos los que comunican a su modo el vino. Porque todos tienen algo para decir. Y cada uno a su modo nos transmiten sus vivencias y su sapiencia con su estilo propio.
Pero debo reconocer que Brascó me marcó.
Por eso tal vez es raro un homenaje a dos años de su partida. Precisamente será porque mientras más tiempo llevamos de ausencia más recordamos su presencia.
Su vida fue intensa. Un bon vivant dirían algunos. Y para quienes quieran leer lo más completo y jugoso de su vida, les recomiendo la mejor nota que leí en el día de su fallecimiento:
Miguel Brascó, el hombre de las mil caras http://www.lanacion.com.ar/1689464-miguel-brasco-hombre-de-mil-caras
Miguel Brascó 14 de septiembre de 1926- 10 de mayo de 2014.
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