Y donde uno menos lo espera, cae el mito; o más bien, nace otro.
Hace unos días abrimos como segundo vino un Solandes Cabernet Sauvignon Colección Roble 2012. Sabíamos que era un vino diferente y decidimos tomar el riesgo, sobre todo porque el vino anterior era uno de esos que tienen muchos puntos Parker (y además estaba muy bueno).
Tener la boca «avinada» con uno de esos, es un peligro para el que viene después, porque la comparación es inevitable; pero tenía curiosidad por saber si un Cabernet Sauvignon orgánico de la cuenca del Atuel, todavía puede saber bien después de un gran blend.
No sé el resto, pero el Solandes, sí puede.
En el descorche apareció la fermentación maloláctica y la madera con el toque del pimiento; ahora en boca, es un gran vino. Será por el maridaje, o por algo más pero es untuoso. Llena la boca. «Pica pero no lastima», y deja un grato recuerdo por un tiempo considerable.
Y es el momento en el que uno recuerda que es un vino del sur de Mendoza y no del NOA.
Y también surge la pregunta sobre cuánto influye el 5% de Carmenere.
Y tambien recordamos que Solandes tiene consultoría de EnoRolland.
Si, el terruño influye, el trabajo de la gente influye, el cuidado de las uvas influye y todo confluye para que el resultado sea un gran vino.
Salud por Solandes!
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