Y nos puede pasar a menudo que abrimos una botella y no la terminamos – y no vamos a tirar el resto, se entiende-; y todos tenemos alguna receta casera para guardar ese «resto». Debajo, transcribo cinco sugerencias de Vivino para estas ocasiones:
1. Volver a tapar la botella con el corcho
Pros: Demasiado fácil. Además para los vinos jóvenes del viejo mundo, el contacto de 24 horas con el oxígeno suaviza el efecto de la acidez y los taninos.
Contras: Precisamente el contacto con el aire no es recomendable para cualquier vino. Los tintos delicados, o los vinos de guarda, tienden a descomponerse rápidamente una vez en contacto con el aire.
2. El Savino Carafe
Pros: Es «el chiche nuevo». Es un recipiente con una tapa flotante que forma una barrera entre el vino y el aire, basado en el mismo sistema que utilizan los grandes tanques de acero inoxidable.
Contras: Además del desembolso y la dificultad para adquirirlo por estas tierras, pensá que para lavarlo, tenés que desarmar cinco piezas. No sé, a menos que te guste lavar platos…
3. El Private Preserve Spray
Pros: Se trata de una mezcla de gases inertes, tales como el nitrógeno, el dióxido de carbono y el argon, que son más pesados que el aire y que por esa razón, al inyectar la mezcla en la botella desplazan al aire. Es una solución conveniente que prolonga en 2 ó 3 días la vida del vino.
Contras: La corta duración. El contenido se termina rápidamente y además es imposible conocer a ciencia cierta, cuánta mezcla hay que vertir en la botella para desplazar al aire.
4. El sistema NitroTap
Pros: Algo similar a lo que vemos con las «chopperas» de cerveza, pero a menor escala. Se añade un cilindro con nitrógeno a una tapa que cada vez que se acciona, inyecta el gas en la botella y eleva el vino para ser servido.
Contra: la estética y el precio. Es una solución «complicada». Personalmente preferiría un BIB.
5. El Coravin
Pros: Es lo último que hay en accesorios. Es el Rolls Royce de la preservación del vino. Sirve para guardar el vino, pero también para ir degustando otros que aún no querés abrir. Desarrollado por un inventor de instrumental médico. Consiste en una aguja que se introduce en el corcho y realiza un intercambio con argón en la botella para extraer el vino. Si lo usas, te vas a sentir en la NASA y tus amigos, van a invitarse seguido a tomarte los vinos.
Contras: El precio en Estados Unidos es de 300 dólares. Cada cápsula de argón, otros 10 dólares y fundamentalmente se requiere de práctica, paciencia y un poco de técnica. Las primeras veces el vino puede desparramarse antes de que llegue al fondo de la copa.
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