Hay ideas que de tan simples, uno no comprende cómo es posible que no sean masivas.

Estoy hablando de España, más concretamente de Bilbao y del cartelito que se lee en la librería Cámara: «maridamos literatura y vino«.

Es que todos los sábados a mediodía Javier Cámara, su propietario, descorcha un par de botellas de vino e invita a una copa a los clientes que le visitan. Lo hace para generar una nueva experiencia de compra, para contrarrestar la fugacidad de la visita a la librería.

Es que Javier entiende a la venta como algo más que el despacho del producto, la toma como un hecho placentero que agrega valor en la simplicidad de que el cliente se dé un gusto.

Como es lógico, también cuida los detalles del vino que abre y de la copa en la que sirve – de cristal. Sí, cristal-. Y todo nació de su experiencia personal en Londres, cuando al salir de una reunión profesional en la centenaria librería Foyles, le invitaron una copa de vino. Quedó tan satisfecho con el momento, que lo implementó como rutina de los sábados, y se está contagiando por Europa.

El público, Cámara y la vinoteca de enfrente, salen satisfechos con la idea; y nosotros la dejamos picando para ver si alguien recoge el guante por estas tierras.