Hasta suena como frase hecha. Son esas proposiciones que suenan falaces. «Pelear por la paz», «La victoria no da derecho a territorios», y tantos otros improperios que hemos escuchado durante décadas.
Lo concreto es que hay científicos que investigan de todo, y un grupo del Conicet se propuso obtener «vino en polvo y sin alcohol».
Quiero creer que ninguno de los «cráneos» proviene de una región vitivinícola…
Pues bien, la primer pregunta que me asalta es: ¿qué es vino? La respuesta la copio textual del Reglamento Vitivinícola del Mercosur:
Vino es exclusivamente la bebida que resulta, de la fermentación alcohólica completa o parcial de la uva fresca, estrujada o no, o del mosto simple o virgen, con un contenido de alcohol adquirido mínimo de 7% (v/v a 20o. C).
Fin de la discusión. No tiene alcohol, ergo no es vino.
Y este es el punto en el que la semántica entra en escena. Damas y caballeros, llamemos a las cosas por su nombre. El jugo de uva, no es vino. El vino contiene alcohol.
Hay personas que tienen contraindicado el vino, sea por cuestiones de salud (embarazadas, por ejemplo) o por otras cuestiones (incluso religiosas). Pero llamar vino a algo que no lo es, se convierte en un engaño. Nos pasa lo mismo con el jugo natural de frutas (mal llamado «premium») y los polvos saborizados para diluir en agua.
Sincerémonos, llamemos pan al pan y vino al vino. Es un excelente punto de partida.
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