Y a una semana de los atentados en Paris, la agencia Associated Press mostró a los parisinos en su esencia. Para ellos un vaso de vino puede ser el acompañamiento de una buena comida, un motivo de orgullo nacional; pero en esta ocasión se convirtió en un símbolo de desafío.
El «¡vamos al bistró!» significa para ellos mantenerse vivos. El presidente Hollande los llamó a vivir su vida normalmente, y los parisinos salieron a reunirse públicamente con amigos, con un Beaujolais en la copa.
Y es que el sabor no es lo más importante esta vez. Tampoco importa si es el varietal insignia de Francia o no. La idea era precisamente la opuesta, era que todo la ciudad pudiera levantar su copa, por los caídos y por los que siguen haciendo de Paris, la ciudad luz.
Esta vez, más que nunca ese vino, en palabras de Napoleón: «Je le mérite dans la victoire, j’en ai besoin dans la défaite«.
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