Desgraciadamente no es un conjuro de Harry Potter, sino una plaga más conocida como «polilla de la uva», detectada por primera vez en 2010 y que este año, ya causa demasiados problemas.
Los daños que puede causar van desde una disminución en la calidad de la uva, hasta la pérdida total de la producción.
Ésta es la época del año en la que ya aparecieron las mariposas que anidaron bajo las cortezas durante el invierno -y en ese estado, las aplicaciones de plaguicidas no les provocan daño-. Sumémosle a esto, las lluvias inusuales que cayeron en Mendoza en los últimos días.
Nuevamente, una de las principales barreras para combatir a la plaga es económica. Los pequeños productores no están en condiciones de afrontar las erogaciones necesarias para erradicarla.
Actualmente están trabajando en conjunto Acovi y Coninagro para conseguir de parte de la autoridad sanitaria – SENASA – una acción profunda que permita terminar de una vez con esta plaga, y a la vez, aplicar controles eficientes de las fronteras sanitarias. La respuesta obtenida es casi ofensiva: conocían con tiempo la situación, pero no cuentan con fondos para afrontar la campaña.
Esperemos que la próxima respuesta oficial sea: «Argentina es país libre de Botrytis» y no se le ocurra a algún funcionario pensar que es la oportunidad de hacer vinos botritizados…
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