- La comemos
- Jugo
- Mosto
- Vino
- Mermeladas
- Siguen las firmas…
Desde hace meses leemos noticias relacionadas con el sobrestock de vinos. Tambien leemos que Mendoza incumplió el acuerdo Mendoza – San Juan sobre la producción de mosto. Una herramienta diseñada para evitar el exceso o defecto de producción vinatera de un año, causa un excedente de trescientos millones de litros de vino.
Una pena.
¿Y toda la culpa es de Brasil por haber subido las barreras arancelarias?
Miremos las cuestiones internas:
- Vino turista: una invitación a bajar la calidad del vino. Ya hablamos de esto algunos días atrás.
- Bebidas analcohólicas: este tipo de bebidas tiene un incentivo inexplicable en un país que puede ofrecer frutas de todo tipo. Los fabricantes están exentos de impuestos internos, siempre que pongan el 10% de jugo natural de frutas (5% en el caso de las limonadas) en sus productos. Nos comportamos como un país que no tiene frutas. En el año 1995, las bebidas cola y tónicas abonaban el 24% de impuestos internos; en una sesión entre gallos y medianoche, pasaron a tributar el 4%. El déficit se trasladó al precio del gas-oil. Las empresas internacionales de bebidas analcóholicas pregonan cuidar la salud y sólo aportan, en el mejor de los casos el 10% de jugo natural de frutas con el único objeto de no tributar impuestos internos.
- Múltiples tipos de cambio y barreras de exportación: ¿a qué precio exportamos? ¿cuánto cobramos? ¿en qué moneda?
Con el mosto se puede hacer desde jugo natural de uva premium, hasta mermeladas o biocombustibles (por el elevado contenido de azúcar que tiene)
Ahora todo el mundo se rasga las vestiduras porque Mendoza no cumple con su parte del acuerdo y lo más simple es multarla y obligarla a destilar el 2015; ¿qué tiene de malo? Más existencias de vino que no se le venden a nadie; menor precio de venta porque el almacenamiento no es eterno y las cuentas hay que pagarlas; volver a cargarle a las bodegas el costo de las malas políticas económicas.
Eso sí, de sentarnos a resolver de fondo los problemas de una vez y para siempre, ni hablar. Las leyes se hacen en Buenos Aires, y allá el vino sale de las góndolas.
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