Pareciera que quedan pocas fronteras por cruzar en lo que respecta al envase del vino. La botella de vidrio, la caja, la bolsa, la lata.
Hace más de diez años que apareció la primer lata en el mercado local, sin que se note un gran desarrollo (tal vez esa sea la idea). ¿Qué aporta la lata?
Además de un envase «novedoso» y con la medida de dos copas; es resistente al impacto, hermética, fácil de estibar y transportar, y transmite muy bien el frío.
En vinos blancos y jóvenes no deberíamos tener prejuicios con el aluminio, ya que no es la única fase en la que este tipo de vinos tiene contacto con el metal – aunque es real que los tanques son de acero inoxidable-. El líquido no está en contacto directo con el aluminio, ya que la lata está recubierta internamente con una laca que no interfiere en las propiedades organolépticas del vino.
Es cierto que se pierde el ritual del descorche, pero yo no le cerraría la puerta a la lata solo por eso. Será cuestión de probar.
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