Y es así nomás… cuando te las crees todas, la naturaleza te pega un sopapo de realidad y tenés que volver al jardín de infantes de los vinos.

Pongámonos es situación: Curso avanzado de degustación de vino. Penúltima clase. Cata a ciegas de 6 etiquetas.

A esta altura, todos nos creemos los Robert Parker de la EAS, y en lugar de intercambiar fotos de mascotas, nos desafiamos con las fotos de lo que tomamos en la semana. Para nosotros, violeta es Malbec, teja es vino muy añejo y todos los amarillos son dorados…

El sommelier nos hizo el viejo truco de «no sé qué vinos son» (y nosotros le seguimos creyendo), entonces empieza el show… «vino brillante, de limpidez media, rojo rubí intenso, reflejos cereza…intensidad aromática media a frutas rojas ¿cereza?… con buena acidez, taninos marcados, retrogusto a frutas rojas…» Los genios ya estábamos poniendo nuestros ahorros a favor de un Merlot, cuando sale un… Syrah sanjuanino… (es el vino de la primera copa desde la izquierda en la fila de adelante).

Con los dientes apretados, salimos a desafiarnos en la segunda copa, donde mi compañera salteña dejaba la cartera apostándole al Cabernet Sauvignon, y la etiqueta nos habla de… un corte de Syrah, Malbec y Cabernet Sauvignon (sí, en algo la pegó).

Terminamos «invictos», no pegamos una cepa. Lo bueno del aprendizaje fueron algunas definiciones… los Cabernet, no son necesariamente más tánicos que los Malbecs (prueben un Cabernet Sureño y un Malbec de Luján de Cuyo y hablemos). Un Malbec puede ser rojo rubí sin reflejos violáceos, y así seguir,

Prueben, lean las fichas técnicas, degusten. Hay mucho por descubrir y aprender cada día.