Tengo varios grupos de amigos y hay uno muy particular con el que nos reunimos un viernes al mes. Es un grupo de hermanos, mas que de amigos, porque pudiendo ser de lo mas aburrido ( somos 3 contadores, 2 ingenieros, 1 lic. en educación, 1 arquitecto y 1 Héroe de Malvinas de esos que tienen alitas doradas en el uniforme..) nos vamos todas las noches con las sonrisas tatuadas.

Hace mas de 15 años que tenemos esa saludable rutina y los menúes han variado. Ultimamente el preferido era pizza, birra y fútbol. El hecho de juntarse a pasarla bien con aquellos que uno quiere, ya es suficiente motivo de celebración, pero esta vez les interesaba saber más de mi incursion en el mundo del vino y me pidieron que lleve «algo». Mi respuesta fue: «Ok, yo llevo ‘alguito’ y vamos a ver qué pasa».  Sí, alguno se puso contento.

Los ejemplares en cuestion eran de «Felino Malbec 2013» que habian sido rescatados de una vinoteca en Mendoza y se morian de ganas de ser disfrutados entre amigos. La ocasión tambien ameritaba replicar alguno de los ritos aprendidos en el curso.

En el momento en el que corté el capuchón empezó la diversión: «Felino es un malbec de Viña Cobos – no, el Cleto no es el único Cobos del condado…- con un color rojo intenso típico de los malbecs, con reflejos violetas. Al destaparlo, se huelen los frutos negros como los berries o los arándanos y  también algo de su fermentación maloláctica. Si giran la copa y lo dejan expresar van a sacar eso y más. Cuando llega el momento de «paladearlo», se nota como muy elegante pero con taninos presentes y firmes, y un final largo que provoca caras de asombro». Así casi sin darse cuenta fueron mirando coronas, girando copas y saboreando uvas.

«¡Qué vinazo!», «¿Dónde se huelen los berries?», «Yo huelo a mermelada», «¿fermentación maloqué? ¿eso hace mal?» «¿De dónde es este malbec»?, «Miralo al Cleto, ¡este voto sí es positivo!», «Che, ¿en la próxima cuál vamos a probar»? fueron algunos de los comentarios de esa noche en la que la birra, dejó de ser protagonista.