Práctico para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero, podemos ir por la vida trasladando vino de la mejor calidad en estuches «divertidos» y fuera de lo común.
La comodidad o practicidad pasan realmente por otro lado. No es costumbre consumir «copa de vino» de alta o media gama en un restaurant, pero ¿pediríamos una botella si estamos almorzando o cenando sin que alguien más nos acompañe con el vino? Y si el contenedor del vino nos asegura la misma calidad que la botella recién abierta por un período superior a los 30 días, ¿tampoco pediríamos la copa? El gastronómico viendo el lugar de almacenaje y estiba que ahorra, ¿tampoco impulsaría el consumo de ese producto?
El bag in box (literalmente significa: la bolsa en una caja porque es exactamente eso, una bolsa dentro de una caja de cartón), se utiliza industrialmente para todo tipo de líquidos. Personalmente lo he visto en las cosas más variadas, desde gaseosas (los expendedores que se ven en los locales de comidas rápidas se abastecen con bag-in-box), hasta en concentrados ácidos de uso medicinal.
Básicamente la bolsa es multicapa con un pico sellado que impide la entrada de aire a la bolsa. A ese pico, en el momento de utilizar el contenido, se le adhiere o despliega un pico vertedor. Este pico garantiza el cierre hermético de la bolsa. El contenido sale del contenedor por diferencia de presión.
Lo que quise decir con todo esto es que el vino no se degrada dentro de la bolsa (al menos por un lapso lógico), porque el oxígeno no ingresa.
¿Cuál es la función de la caja de cartón? Exactamente esa… en parte decorativa y en parte protectora de la bolsa.
Según datos oficiales del INV hay aproximadamente 15 bodegas que actualmente lo usan en nuestro país.
Tiene una gran debilidad: no emite el sonido del descorche.
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