Es raro encontrar el lugar que tenga un servicio apropiado a un precio razonable; en parte por falta de profesionalización, en parte por costo, en parte por desconocimiento. Incluso en restaurantes «caros» o «de moda» suelen verse detalles como que se utiliza para copa de agua la misma que se utiliza para los tintos; o que no se cambia la copa para un blanco.
Eliana nos ayudó a comprender la importancia de la copa adecuada, con un ejercicio sumamente simple. Probamos tres vinos, un torrontés, un malbec y un cabernet sauvignon. Las copas eran: un vaso, una copa para blancos, una copa para tintos y un «copón».
Las copas eran de vidrio, de una afamada marca europea, que estudia el diseño de la copia según la cepa, para que el vino «caiga» en el lugar preciso de la boca en el que se detectan las bondades y no las debilidades de ese vino.
Volviendo al ejercicio, era el siguiente, servir el mismo vino en todos los recipientes y hacer la degustación arrancando en el vaso y terminando en el copón. Así con cada uno de los vinos. ¡Las diferencias son abismales! Aunque no lo crean, uno de los vinos (y créanme que eran vinazos), en la copa «equivocada» dio una nota amarga que no se detectaba en los otros recipientes. Hagan la prueba la próxima vez que tomen un vino. Piensen esto: maridaje perfecto, vino espectacular, están a punto de quedar 1.000 puntos y por no utilizar la copa adecuada, pierden la oportunidad de cerrar con moño el paquete.
No es necesario que sea cristal, hay excelentes copas de vidrio para uso diario, solo hay que recordar que la experiencia de disfrutar del vino que te recomendaron o que descubriste, puede ser menos placentera por no usar la copa correcta.
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